“A veces no escuchamos a los estudiantes; solo enseñamos. Sin embargo, si escuchamos y conectamos, y les mostramos que nos importan, el amor crece y el aprendizaje ocurre de manera casi automática”.
Por: Camila Berrío y Tomás Sanabria
Este año se retira Luisa Hinestrosa, profesora de quinto de primaria y una de las personas más amadas y conocidas del Colegio Bolívar. Tras 34 años de trabajar como docente en esta institución, Luisa nos cuenta que aunque siente miedo de embarcar en un nuevo capítulo de su vida, está feliz por ver lo que el destino le depara. Ser educadora ha sido su vocación y a pesar de que el retiro está cerca, nos habla desde toda una vida de experiencia brindando cariño y paciencia como catalizadores del aprendizaje. Nos deja claro que escuchar a los estudiantes es imperativo y que las reglas y los procedimientos son muy importantes, siempre y cuando haya un ambiente seguro y amoroso.
Luisa fue estudiante en el Colegio Bolívar, y nos cuenta que al volver tras haber estudiado aquí “se sintió como volver a casa. Este colegio es mi vida y mi vida ha sido ser profesora”. Mirando hacia el pasado, Luisa también nos habló de Mr. Clauson, su profesor de quinto de primaria, a quien recuerda con cariño como una de las personas más importantes y formativas de su infancia. Luisa recuerda que siempre que ella hacía algo bien, Mr. Clauson la recompensaba y esa recompensa la llevaba a hacer las cosas mejor cada vez. Tal vez fue ese cariño lo que la llevó a ser profesora.
Al preguntarle por qué decidió ser docente, Luisa se mostró confundida, afirmando que “uno no elige, uno nace con ese don”. Nos compartió que transmitir lo poco que sabe a los niños hace parte de su esencia, y que a través de sus años ha aprendido que compartir el conocimiento es un acto de cariño y amor infinito. Luisa dice que lo más bello de ser profesora, además de los abrazos matutinos, es el brillo en los ojos de los estudiantes al aprender. “Cuando el conocimiento es claro y hacen correcciones y aprenden, ese momento de aprendizaje, es invaluable. En ese instante siento que cumplí mi misión,” afirma Luisa.
Ya un poco más sentimentales, le preguntamos a Luisa si alguna vez se sentía como una madre para sus estudiantes. Ella se río un poco, y nos dijo que “como madre nunca, pero hay algunos estudiantes que necesitan una persona que los haga sentir seguros, amados y escuchados, y me alegra mucho poder ser esa persona”. Ella nos deja claro que ser profesora no es fácil, pues tiene que reinventarse a diario y hacer lo que sea para mantener la convivencia y a los estudiantes interesados. En la actualidad los niños están bombardeados con tecnología tan cambiante que si Luisa no les sigue el paso, se aburren. Ella nos cuenta que se vuelve psicóloga, cantante, payasa, profesora y bailarina en cuestión de minutos.
Luisa dice que una gran parte de su vida ha sido el Colegio Bolívar y su comunidad, y que aunque “me da miedo jubilarme, me siento muy feliz de empezar un nuevo capítulo y ver qué pasa. Quiero ver qué cosas me traerá la vida”. De nuevo va a reinventarse, pues afirma que planea seguir aprendiendo italiano y por fin cumplir su sueño de sumergirse en la cultura italiana y viajar a través de toda la costa amalfitana.
Así pues, este año se retira una de las joyas del Colegio Bolívar, y aunque ya no se escucharán sus estruendosos silbidos en la cafetería, las risas que vienen de su salón, o sus gritos que enamoran a los estudiantes de las matemáticas, Luisa seguirá siendo parte de la comunidad Bolívar. De parte de todos, le deseamos toda la suerte del mundo a Luisa Hinestrosa; que su bondad, cariño y amor la lleven muy lejos en su jubilación.