En la clase de Física de grado once, los estudiantes se sumergieron en el mundo de la óptica bajo la guía de los profesores Ivar Moreno y Juan Carlos Mejía. Más allá de aprender sobre los rayos de luz y las leyes físicas que nos gobiernan, esta actividad buscó algo más profundo: conectar la teoría con la realidad. ¿Cómo vemos? ¿Por qué vemos así? ¿Y cómo se puede engañar al ojo humano?

Durante la unidad, los alumnos exploraron conceptos esenciales de la física de la luz: desde su naturaleza dual como onda y partícula, hasta sus propiedades de reflexión, refracción y absorción. Aprendieron cómo se forman las imágenes en espejos y lentes, cómo funciona el ojo humano, y qué sucede cuando algo no está del todo bien con nuestra visión. La teoría fue completa: desde los principios básicos de la óptica geométrica hasta temas más avanzados como el índice de refracción y la Ley de Snell.

Pero lo más valioso del proyecto fue la forma en que estos conocimientos adquiridos salieron del papel y se aplicaron en ejercicios prácticos. Los estudiantes experimentaron con lentes cóncavos y convexos, observaron ilusiones ópticas y analizaron cómo distintas condiciones afectan la visión. Este enfoque encarna el concepto de Deeper Learning, que busca que el conocimiento adquirido en el aula pueda aplicarse a situaciones de la vida real.

Como ejercicio final, los alumnos trabajaron en grupos para diseñar y construir un objeto que simule una ilusión óptica, aplicando todo lo aprendido durante la unidad. Esta actividad integradora permitió que pusieran a prueba su creatividad, habilidades técnicas y comprensión de la óptica en un proyecto colaborativo y desafiante. El resultado fue una experiencia educativa envolvente, donde los estudiantes no solo comprenden el mundo físico, sino también cómo abordarlo con curiosidad, análisis y creatividad con cada rayo que se refracta o cada imagen que se distorsiona.